¡Aquí estoy! Llevo casi dos meses en Madrid, España, donde estaré todo el año hasta la graduación en Mayo. He estado escribiendo en un diario que me ayuda procesar todas las experiencias que tengo en mi vida cotidiana española. Así que puedo referir a ello en contarles de mi estancia aquí, desde llegar el primer día hasta las emociones y experiencias más recientes.
Es mi primera vez en Europa y mi último año en la universidad. En los últimos 3 años en mis estudios en UMass, he estudiado energéticamente y seriamente todo posible para sacar el certificado de los estudios de América Latina, junto con mi especialidad de español. Aproveché de cada oportunidad de aprender más y viajar por América Latina. Ha sido una experiencia muy, muy bonita.
En ser tan latinoamericanista, no sabía si me interesaba estudiar en España por un semestre entero (¡o un año!). Había aprendido mucho sobre el colonialismo horroroso en la historia de América Latina y había echado tanto cariño a esta parte del mundo que siempre será parte de mi corazón. Muchos de mis cambios pasaron allí.
Sin embargo, tenía una oportunidad especial para ir a Madrid, y pensé: hay que tener la mente abierta. Sería una nueva aventura, especialmente porque nunca antes había vivido en una ciudad. Todavía, estudiar en el extranjero es un gran compromiso, y será mi último año en la universidad. Pasé mucho tiempo debatiendo conmigo misma si debo ir de verdad. Tenía nervios y tenía dudas. ¨A lo mejor debo ir a Argentina¨ pensé. Pero esta oportunidad no era para ir a Argentina. Por algunas semanas mi mente me torturaba, y mis pensamientos eran algo así: Hacer una lista de pros/cons, intentar razonar conmigo misma, intentar dormir, fallar en dormir, tomar una decisión, cambiar de decisión, empezar pensar que quizás debo hacer una transferencia de la universidad (¿Qué? ¿Adónde?), decidir que eso es una mala idea, decidir tomar tiempo libre y dejar de ir a la universidad hasta que yo ¨sepa¨ lo que es que verdaderamente quiero (¿Qué?), decidir que tampoco es buena idea, y repetir.
Por fin decidí que sí, iré a España. En algún momento algo cambió, todo me parecía bien, y sabía que tenía que ir. Creo que en mi corazón, siempre sabía, pero es fácil distraerse de aquel lugar tan claro en la mente.
Me sentí aliviada y animada. Sabía que Europa sería un mundo completamente nuevo para mí, pero no pude imaginar exactamente cómo o porqué.
Lo desconocido me mantuvo emocionada.