Jueves, el 7 – lunes, el 11 de noviembre

A los principios de noviembre fui con mi amiga Rita, a Lisboa, Portugal. Al principio íbamos tres amigas, pero en el último momento una dijo que ya no podía ir. Así que, llegó el día y fuimos Rita y yo hacia la otra parte de la Península Ibérica. El vuelo duró una hora, pero Lisboa va una hora después que España así que ¡parecía que solo habíamos tardado 6 minutos en llegar! Decidimos intentar llegar al hostal en metro y a pie en vez de tomar un taxi. Se me olvidó llevar las instrucciones para llegar al hostal y solo las había leído una vez, pero por alguna razón las recordaba bien, como si tuviera memoria fotográfica. Tomamos el metro, que me llenó de emoción. Era la primera vez que viajaba por Europa, fuera de España, ¡mi primer viaje europeo! ¡Un nuevo metro, distinto y único, el de Lisboa! Una vez afuera, sentí un calor y humedad que no había sentido desde que llegué a Madrid. ¿Qué era ese sentimiento fenomenal? El mar. Sonreí y seguimos nuestra aventura de llegar al hostal. Una compañera me había dicho que el hostal estaba bastante escondido, y que solo está marcado solo con una ¨G¨ pequeña encima de la puerta. Caminamos hasta el final de la calle y topamos con unos chicos, quienes trabajan en el hostal y nos dirigieron a la puerta, justo enfrente de nosotras.

Entramos e inmediatamente me sentí en casa. Vi a algunos chicos relajándose en sofás en la sala, charlando mientras la tele sonaba con una película a la cual nadie prestaba mucha atención. Un nuevo trabajador súper amable y con energía positiva, Hamish, nos registró. No sabía muy bien cómo funcionaba todo allí, no sabía registrar ni enseñarnos dónde estaba todo en el hostal, pero a mí no me importaba nada, me hacía gracia y además estaba súper alegre por estar en aquella nueva aventura. Me recordó a mí misma, cuando empecé a trabajar en un hostal en Costa Rica hace dos veranos, muy emocionada, con buena energía y sin una pista del trabajo. ¡Luego nos hicimos muy buenos amigos y descubrí que cumplimos años el mismo día! Hamish tiene un corazón súper grande y es una persona divertida. Es un osito de peluche y tomé mucho, mucho cariño a él durante mi estancia en el hostal. Aunque sólo estuvimos en el hostal cuatro días, parecía mucho más porque todos nos relacionamos perfecto e inmediatamente, hicimos unos amigos tan buenos que podrían ser para siempre y experimentamos unos momentos que ahora son recuerdos para la vida, pero como una paradoja, también fue el sueño más dulce y fugaz que ya no puedo alcanzar, cada vez más lejano, corto y borroso en mi memoria.

Se dice que no importa dónde sino con quién. Yo me enamoré completamente de Lisboa y creo que tiene mucho que ver con quién estuve mientras experimentaba todo lo bello que ofrece Lisboa. Pasamos un día maravilloso en Belem, dónde comimos pastéis de nata y subimos a la Torre de Belem. ¡Impresionante! Salimos por el Bairro Alto por las noches. Pasamos un día en Sintra, que es encantadora. Allí visitamos la Quinta da Regaleira, que era como un lugar de cuento; después fuimos al Palacio da Pena que está repleto de colores vivos y luego subimos a la Cruz Alta, que es el punto más alto de la Sierra. En la cruz teníamos una vista de 360 grados, por un lado veíamos el Palacio de lejos y por otro una puesta de sol dorada, espectacular y especial. Unos momentos que ojalá que recuerde para siempre. Todo lo que hice y vi fue tan agradable y memorable por la gente con quién lo compartí. ¡Esa gente me encanta! Experiencias así hacen que me dé cuenta del profundo amor que tiene la humanidad, como una manta o como el mar, me dan una felicidad intensa y sincera, me hacen agradecer y tener más confianza en la humanidad y en el mundo.