(Brook Hansel se graduó de UMass el año pasado y tuvo que ser evacuada de Ourense, España. Comparte aquí con nosotros un texto que escribió para La Voz de Galicia.)
El viernes 13 de marzo fue mi cumple. Ya yo sabía que iba a ser un cumple inolvidable para mí; era la primera vez que iba a celebrar mi cumpleaños en otro país. Pero nunca me hubiese esperado que fuese un cumple inolvidable por razones tan impredecibles. Nunca me hubiese esperado que ese fuera el día en que tuviese que hacer mis maletas para marcharme de Ourense, la ciudad que se había convertido en mi hogar durante los últimos siete meses.
Ese mismo día por la tarde, yo recibí un correo electrónico de mi beca y el gobierno de los EEUU que decía que debía volver a los EEUU debido al COVID-19. Solo veinte horas después estaba en un tren dirección al aeropuerto. Yo sabía que el día en que tuviese que marcharme de Ourense iba a ser difícil, pero nunca me esperaba que iba a marcharme así- tan repentinamente y sin despedirme de mis alumnos en el instituto Otero Pedrayo, ni de mis amigos ni de toda la gente tan simpática que me había ayudado durante mi estancia en Ourense.
Volamos desde Madrid a Nueva York. No queríamos viajar a través de Madrid ni Nueva York (las ciudades de España y los EEUU con lo más casos de COVID-19) pero había muy pocas opciones. Además, los viajeros que llegaban desde Europa a los EEUU sólo podían entrar por ciertos aeropuertos, y en ese momento, Nueva York fue el único aeropuerto por el que podíamos entrar al noreste de los EEUU. Llegamos a Nueva York y esperamos dos horas en el avión después del aterrizaje para que los representantes del CDC (centro para el control y prevención de la enfermedad de los EEUU) pudieran hacer un chequeo médico de todos los pasajeros antes que salir del avión.
Desde Nueva York, otra becaria y yo fuimos en tren a nuestro estado de Massachusetts. Pero, no volvimos a nuestras casas con nuestras familias. Primero, tuvimos que hacer cuarentena durante catorce días lejos de la otra gente. Ella y yo fuimos a una casa aislada (que pertenece a su familia pero donde no vive nadie) y allí pasamos dos semanas completas de cuarentena juntas. Finalmente, el 29 de marzo, yo volví a mi casa con mi familia.
El estado en mi estado de Massachusetts
En mi estado de Massachusetts, todas las empresas, menos las empresas esenciales, estarán cerradas hasta el cuatro de mayo. El gobierno ha pedido que la gente no salga de sus casas menos para ir al supermercado, farmacia etc. Sin embargo, no hay nadie que vigile el movimiento de la gente como en muchas ciudades de España y no hay multas por no quedarse en casa. Donde yo vivo, las casas están mucho más aisladas que en Ourense y hay que ir en coche para llegar al supermercado así que todavía hay coches en las calles. Está permitido salir para hacer ejercicio o estar al aire libre y la gente todavía camina y corre en las calles, por lo que todavía se ve alguna gente afuera.
Ahora, mi estado se está preparando para la ola más fuerte del COVID-19 que está prevista para las próximas semanas. Un estadio para deportes y conciertos cerca de mi casa ha sido convertido en un hospital de campaña. Además, una pista de hielo (donde normalmente se juega al hockey de hielo) ha sido convertida en una morgue por la posibilidad de que haya más muertos en las próximas semanas.
Estoy pensando en Ourense mucho
Mi familia había planificado un viaje para ir a visitarme a Ourense esta semana pero, por supuesto, su viaje fue cancelado. Ya que ellos no podían ir a España, yo decidí que les quería llevar un poco de España y empecé a experimentar con la cocina española para ellos. Yo hice una videollamada con un amigo de Ourense y me enseñó cómo cocinar una tortilla de patatas (algo que no tenemos en los EEUU). También probé a hacer la empanada gallega.
Algunos amigos de Ourense me enviaron videos de la gente aplaudiendo desde sus balcones a los médicos y enfermeras y me alegró mucho ver el ánimo y la unidad de la comunidad de Ourense. Mi hermana trabaja como enfermera aquí en los EEUU y yo compartí los videos con ella. Ella los mostró a su compañeros en los hospitales y me dijo que también animaron a sus compañeros en su hospital.
Además, durante estos días, yo he estado en contacto con algunos de mis estudiantes de Ourense a quienes yo impartía clases particulares. He estado practicando inglés con ellos a través de videos y mensajes de voz.
Así que, aunque he vuelto a los EEUU, de alguna forma siento como que sigo viviendo en Ourense, o más bien, Ourense sigue viviendo en mí. Hace algunos meses yo solicité para enseñar inglés otro año en Ourense durante el próximo año escolar. Realmente, espero que pueda volver para vivir un año más en Ourense: para correr de nuevo a lado del Río Miño, comer el pulpo y la empanada gallega (porque la empanada que hice en casa no tuvo nada que ver con la de Ourense), visitar a los alumnos de Otero Pedrayo con quién nunca tuve la oportunidad de despedirme y, sobre todo, estar con la gente animada y especial de Ourense. ¡Mucho ánimo Ourense! Estoy pensando en vosotros mucho de los EEUU y gracias por hacer Ourense mi hogar durante los últimos siete meses.